La literatura y el cine de ciencia ficción contribuyeron a que las
palabras “robots” y “robótica” quedaran asociadas al futuro, a la suplantación
de tareas humanas y a la conquista de territorios inexplorados en el imaginario
más cercano, aunque la realidad muestre algo muy diferente. La robótica cuenta
con numerosas dimensiones y una infinidad de aplicaciones en el horizonte de la
investigación, el desarrollo y la innovación agroindustrial; y ocupa espacios
en casi todos los rubros de la actividad económica, las comunicaciones y el
arte.
La implementación
de electrónica, software, geoposicionamiento y mecatrónica tanto para la
siembra, monitoreo o cosecha de un campo es hoy una realidad. De hecho, con
casi ocho millones de hectáreas sembradas con tecnología de precisión, la
Argentina se ubica entre los países más tecnificados del mundo para la
producción de granos.
La frontera en materia de desarrollos agrícolas ubica a los robots cada
vez más cerca de que puedan sembrar, cosechar y pulverizar; es decir, realizar
acciones más complejas donde intervendrán actores del mundo agropecuario, de
las tecnologías de información y comunicación (TIC) y la robótica. Por tanto,
con datos precargados podrán hacer el seguimiento de un cultivo, anticiparse al
ataque de plagas y enfermedades, identificar zonas de malezas, detectar fallas
de siembra o fertilización y realizar la tarea para remediar la situación.
Y ha sido la agricultura de precisión la gran piedra angular, que ha
promovido el desarrollo de esta tecnología. “La agricultura de precisión ayuda
a optimizar el uso de insumos y recursos, para ello necesita conocer al detalle
las necesidades de los cultivos y actuar en función de ello. Y depende de la
automatización para proyectarlas a gran escala, como puede ser una finca de
decenas, cientos o miles de hectáreas. Aquí es donde los robots agrícolas, que
podemos entender como aquellas máquinas con capacidad de desenvolverse en el
entorno agrícola capturando información o actuando sobre el terreno de manera
autónoma, tienen justificación”, explica Barrientos. Y eso es algo que se puede
hacer al aire libre y también bajo invernadero que, al tratarse de un entorno
cerrado, también se presta la automatización.
El experto percibe un aumento de la robótica en el sector agrícola.
Durante años hubo un proyecto de cosecha en cítricos y hoy, cada vez son más
los proyectos que se están desarrollando, no sólo en España, sino también en
varios países europeos, algunos de los cuales se encuentran en fase de
prototipo avanzado o lo que también se llama ‘Nivel 7 de madurez tecnológica’.
Proyectos en el que ha participado el CAR son varios: RHEA (Real Fleets for
Highly Effective Agriculture and Forestry Management), un proyecto europeo
dedicado a la aplicación precisa de productos fitosanitarios a los que se suman
proyectos dedicados a la recolección automatizada y a la captación de datos en
terreno.
ROBÓTICA AGRÍCOLA HOY EN DÍA
Hablar de robótica en la agricultura hoy en día no significa que los
campos estén llenos de R2D2 o Wall-E, haciendo las labores que realizan los
operarios. Eso aún no ha llegado, pero lo que sí se está investigando y lo que
hay en el campo son:
Sistemas de
manipulación: La manipulación en una finca al aire libre o bajo invernadero se
asocia a la cosecha y según Barrientos, aún se deben resolver ciertos aspectos.
“Debemos lograr que esa recolección de la fruta sea estable sobre objetos que
tienen forma diferente”, precisa el experto. “Quizás lo más importante es que
se realice a una velocidad adecuada, porque el robot no puede demorarse un
minuto por cada fruto. Eso no es rentable”, añade.
La manipulación robótica no es un asunto sencillo. El primer problema es
saber dónde está la fruta para cosechar porque hay un entorno que no está
estructurado, y en el que hay hojas, ramas y otros elementos que podrían dificultar
el trabajo. Para que esa tarea sea hecha de forma correcta por una máquina se
requiere de un sistema de visión artificial o algo equivalente que detecte
dónde está esa fruta. Luego, se debe decidir cómo se coge, es decir, por dónde
entrará la máquina en esa estructura de hojas y ramas y, después hay que
cogerla con cierto tacto. “Si bien eso tiene una complejidad, creo que es
asumible”, afirma y advierte que lo más complejo es hacerlo a la velocidad
adecuada. “Hasta ahora todo lo que he visto son prototipos que en el trabajo en
campo aún son muy lentos”, subraya.
Visión por computador: “La visión por computador, ya sea 2D y 3D es
fundamental en el uso de robots en la agricultura, sobre todo para la captura
de información en campo, pero además para el ubicar la posición entre el robot
y el entorno en el que está actuando, por ejemplo, para la cosecha o la
localización de malezas”, explica el experto del CAR. “Eso es algo que,
tecnológicamente tenemos resuelto”, afirma.
Plataformas: Hasta ahora, la mayoría de los robots agrícolas que han
sido desarrollados se han hecho modificando la maquinaria agrícola, por
ejemplo, tractores, ya existente en el mercado, añadiéndoles una serie de
sensores para que pueda desplazarse de forma autónoma por el terreno. “El
desarrollo actual está dado por pequeños robots agrícolas, que tienen una mayor
capacidad de maniobra y que puedan seguir operando a pesar de que alguno de los
componentes sufra alguna avería y quizás un aspecto importante es que provoquen
un menor impacto de compactación en el terreno. Incluso, con estas pequeñas
máquinas se podría acceder de mejor forma a fincas ubicadas en terrenos
complicados, como pueden ser las laderas de los cerros”, explica.
EL ‘BOOM’ DE LOS
DRONES
La robótica aérea es sinónimo de drones. “Es un tema que hoy está muy de
moda”, afirma Barrientos. Y está de moda porque gracias a los drones se puede
tomar información, por ejemplo, con cámaras infra rojas, datos que
posteriormente pueden servir para la toma de decisiones. “Pero hay que ver si
es óptimo tomar imágenes con drones o si es pertinente usar una avioneta o
quizás imágenes satelitales, que también están disponibles”, advierte. Lo
cierto es que el uso de drones ha dado un paso gigante y se han posicionado
como una herramienta útil y de bajo costo. En eso ha ayudado a que cada tanto
proliferan las compañías que prestan el servicio y es esa competencia la que ha
hecho bajar los precios del servicio.
Sin embargo, para Barrientos, el dron tiene dos limitaciones. La
primera es la capacidad de carga, es decir, no puede llevar consigo demasiado
peso, ya que en números redondos sólo pueden levantar un kilo. Entonces, la
cámara que podría soportar el dron no debe ser demasiado grande. El otro, tema
es la autonomía de vuelo, que no es mucha. Entonces el dron debe aterrizar,
cargar la batería y volver a despegar. Tiene la ventaja, eso sí, de que pueden
volar a baja altura y quedarse quietos para poder tomar la foto.
DEJAR ATRÁS LA ‘ROBOTIZCIÓN’ DE LA MAQUINARIA TRADICIONAL
La aparición de los robots terrestres en el sector agrícola no es nueva,
ya que se vienen usando desde los años noventa. “Se trata de una ‘robotización’
de la maquinaria tradicionalmente usada en el campo, como son los tractores.
Con ellos, lo que se trata de hacer es aplicaciones precisas de productos
químicos y recolección de frutos”, precisa el experto. Sin embargo, la
tendencia actual es desarrollar pequeños tractores robotizados que puedan
trabajar de forma ininterrumpida en el campo abierto o bajo invernadero.
Ya
hay prototipos de robots especializados para el entorno agrícola, es decir, que
el ancho sea ajustable a los surcos o que tengan patas largas para que el
cultivo quede por debajo de la máquina. Hay una empresa americana que tiene un
robot de estas características, para lechuga, y tenía la capacidad de detectar
qué lechugas estaban más desarrolladas. Este no es un prototipo sino que ya
está en fase comercial, explica. Otros prototipos son plataformas para poner
herramientas convencionales para aplicaciones en el sector de la vid, que
pueden ser usadas en terrenos con pendientes.
Aumento de la productividad agrícola. Está claro que toda nueva
tecnología orientada a la agricultura va a provocar un aumento de la
productividad por hectárea. Y la robótica jugará este papel. Al automatizar
tareas, realizarlas con precisión y sin descanso (salvo para cargar las pilas),
permitirá al agricultor atender otras gestiones o tareas manuales de la
explotación.
Menos mano de obra, pero más profesionalizada. Estamos hablando de
robots, componentes electrónicos y engranajes, que necesitan un mantenimiento y
una puesta a punto. Y para solucionar esto hay dos caminos: nuevos puestos de
trabajo encaminados a dar ese soporte al agricultor; o una mayor
profesionalización de esté, que deberá aprender a reparar y “mandar” al robot a
través de su software.
Automatizar la explotación. Aquellos productos, por ejemplo, más
sensibles a las horas de calor, podrán ser recolectados en la madrugada dejando
programado a estos “ayudantes”. Así como poder recolectar en el óptimo momento
de maduración, etc.
Ahorro de insumos. Los robots están equipados con una multitud de
sensores. Algunos han sido diseñados para analizar posibles necesidades
nutricionales, hídricas o enfermedades en los cultivos, de forma precisa y
parcelando el “daño”, lo que permitiría ajustar las dosis de agroquímicos o
riego utilizadas.
DESVENTAJAS DE LA ROBÓTICA EN
AGRICULTURA
Menos dependencia del factor humano. Este factor también aparece en
ventajas, pero bien analizado es un arma de doble filo. Si sustituimos muchos
puestos de trabajo del sector agrícola a pie de campo, el medio rural tenderá a
desaparecer. Se perderán población rural que ayuda a gestionar el entorno de
manera sostenible.
Aumento de niveles de seguridad en explotaciones. No podemos olvidar que
estamos trabajando con máquinas, y aunque están muy afinadas y poseen
mecanismos de alerta para parar en caso de accidente, las explotaciones
agrícolas deberán aumentar sus niveles de seguridad para evitar posibles
lesiones a los agricultores. Más aún cuando los robots trabajan en invernaderos.
Cambio de paradigma. Los alimentos, productos naturales que se obtienen
a partir de suelo, agua y el trabajo del agricultor, pasarían a ser producidos
por seres inertes. Lo que puede llevar a choques sociales: dos agriculturas
totalmente enfrentadas, la ecológica-tradicional y la robotizada (aunque esto
ya lo estamos viviendo con otros actores).
La tecnología falla. Por mucho que hablemos de precisión y eficiencia,
no debemos olvidar que hablamos de tecnología que pueden fallar o estropearse.
Llegado el caso, solo el agricultor con experiencia podrá hacer frente al
trabajo de campo, ya que lo ha estado haciendo durante toda la vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario